El ecofeminismo es mezcla de teoría y práctica porque no es suficiente teorizar sobre algo sino que en el caso de la igualdad, la equidad, el cuidado de la tierra y de los seres vivos que la habitan (humanos y no) , así como la justicia social, hace falta ponerlo en práctica. Los ingredientes del ecofeminismo son claro, el feminismo con ecología social.
Yayo Herrero, antropóloga, ingeniera, profesora y activista es una de las más relevantes pensadoras lo define como “la defensa de la tierra y, por otro lado, un proceso emancipador de mujeres que se presentan y se configuran como agentes clave para defender y proteger la vida”.
El ecofeminismo trata de revertir una cultura jerárquica, que considera que unas vidas valen más que otras, y que somete con violencia todo lo que pretenda poner límites a la maximización del beneficio.
La relación entre la ecología y el feminismo viene de la pregunta de “qué es lo que sostiene la vida”. Como seres dependientes que somos desde que nacemos no le damos la importancia suficiente a los trabajos de cuidados porque éstos los han hecho las mujeres a coste cero y la economía clásica ha dado por supuesto que todo ese trabajo gratuito no contaba. Se ha producido una depredación , un expolio del trabajo de las mujeres sin el que no sería posible la vida. Como dice Amaia Orozco una gran economías feminista: el capitalismo ha dado por hecho que la fuerza de trabajo cuidada, planchada qurida y satisfecha que salía de cada casa lo hacía por arte d emagia sin tener en cuenta a las grandes sostenedoras: las mujeres.
Esta depredación que se produce con nosotras también se hace con la tierra, que es el sustento físico que permite todo lo demás. De la mezcla entre estos dos sujetos oprimidos: las mujeres y la tierra y de la conciencia de este nexo nace el ecofeminismo.
El ecofeminismo como cambio social también es “beneficioso para transformar las identidades masculinas estereotipadas que exigen de los varones la represión de la empatía, fomentan la distancia emocional y las actitudes de dominación” (ver Alicia Puleo)
Entre los temas que llevaron a algunas feministas de los países más industrializados a desarrollar el ecofeminismo, estaba la preocupación por la salud amenazada por la contaminación, en especial la de los más frágiles, es decir, niñas y niños, el trato dado a los animales, la amenaza de guerra nuclear y la insostenibilidad del modelo productivo basado en recursos no renovables y destrucción de los ecosistemas.
Como pioneras: Françoise d’Eaubonne (París, 1920-2005), escritora y feminista francesa que acuñó el término «écoféminisme» y desarrolló los primeros escritos sobre la cuestión en los años setenta del siglo pasado.Carol Adams (1951 EE.UU), escritora americana, feminista, y defensora de los derechos de los animales; Karen Warren (1947, EE.UU) filósofa y escritora dedicada a los campos del pensamiento científico, problemas éticos y ecofeminismo, y la australiana Val Plumwood,(1939-2008), filósofa ecofeminista de la Deep Ecology. Wangari Maathai (1940-2011-Kenia). Activista política y ecologista keniana y la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004 por «su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz» al haber fundado el movimiento de mujeres ‘Cinturón Verde de Kenia’ que el que se plantaron millones de árboles para detener la desertización en África.